Somo, viaje hacia el surf
Este año el verano se prolongó hasta bien entrado el otoño. Fue un domingo por la tarde, a finales de Octubre, en que el día amaneció soleado y la temperatura a la hora de la comida rondaba los 23 grados centígrados. Esa tarde se organizaban en Somo unas jornadas sobre surf en el aparcamiento que se sitúa en la zona oriental. La predicción vaticinaba olas entre 1,5 y 2,5 metros desde el mediodía hasta las 7 de la tarde. Pasada esa hora la predicción se elevaba hasta los 4 metros. Después de habernos preparado, llegamos a Somo desde Santander; atravesando el Puente de Pedreña el cual estaba repleto de cañas de pescar. Pocos lugares había libres en el puente pues la mar ese día también era propicia para la pesca. Una chispa prendió en el estomago al ver aquello.
Después de aparcar el coche nos preparamos. Dimos una par de carreras por la arena y al agua. Pasada la serie de olas llegamos a una buena zona. Allí donde nacían las olas que se pueden coger o dejar pasar cómodamente. Al poco tiempo se fue acercando una ola que fue cogiendo tamaño. Me giré dejando el mar a mi espalda y reme con fuerza. De repente me vi subido en lo alto mirando hacia la base con cierta sensación de vértigo. Dos metros hacia abajo el agua se lanzaba hacia la cresta y el sonido me rodeaba. Abría la ola hacia la izquierda y por la altura que alcanzó me deslicé recto hacia adelante, cuando me dí cuenta estaba debajo de ella. Corté la ola y giré oblicuamente hacia la cresta de nuevo. Subí y baje sin llegar a la cima. Repetí la maniobra 3 o 4 veces hasta aterrizar en una zona repleta de gente y la ola perdió ya su fuerza. Una sonrisa me abofeteó la cara y al mirar a mi alrededor vi como la gente que allí estaba se movía con rapidez en dirección contraria a mi. Volví a la misma zona y esperando turno disfruté de más olas, de alegría y de perder la noción del tiempo. Sólo el cansancio me recordó que hacia ya dos horas que habíamos entrado, la última ola que cogí me acercó hasta la orilla.
Como los niños patinan con base firme sobre las pistas así surfeaban los profesionales que se presentaron en Somo con motivo del campeonato aquella tarde después de las siete. Nosotros ya en la playa al calor de la toalla disfrutábamos aquel espectáculo de armonía y adrenalina.
Somo, Journey to the Surf
This year the summer was part of the autumn. It was a Sunday afternoon, at the end of October, the day dawned bright and sunny and the temperature at midday was around 23 degrees celsius. That afternoon a Surf session was organized in the parking lot that is located in the eastern zone. The forecast reported waves between 1.5 and 2.5 meters from midday to 7 P.M. After this time the report was over 4 meters. After we have prepared, we arrived to Somo from Santander; crossing the Bridge of Pedreña which was filled with fishing rods. There were a few free places in the bridge, because the sea that day was also good for fishing. A spark ignited in the stomach when we saw that picture.
After parking the car we prepare. We ran along the beach. When we overcome the series of waves we arrived came in a good area. There were the waves were born and you can live it playing or waiting. In a few minutes a wave was coming to us and getting bigger. I turned to leaving the sea behind me and I rowed hard. Suddenly I met raised in the top looking at the base with certain sensation of dizziness. Two meters below the water was launched towards the ridge and the sound was surrounding me. The wave was opening towards the left side and due to its height I slipped rectum, when I realized I was under it. I cut the wave and turned towards to the ridge again. I went up and down without reaching the top. I repeated this 3 or 4 times up to landing in a zone replete with people and the wave lost already its power. A smile slapped my face and when I looked around I saw people who was there was moving quickly in the opposite direction to me. I returned to the same area and waiting for the shift I enjoyed more waves and moments. Only the fatigue remembered me that I had been surfing for two hours, the last wave I caught placed me in the shore.
As the children skate with firm base as the professionals that were in Somo by the championship that evening; after seven o’clock, surf the big waves . We were already out of the water. Enjoying that spectacle of harmony and adrenaline