Frente a la orilla descargue el equipo. Mientras realizaba estiramientos vi llegar tres personas con tablas que se introdujeron al agua directamente. Tirando de la cremallera, el traje cerró y fui entrando al mar. Las olas habían crecido medio metro y la serie comenzó a ser más regular. Sobre un canal de retorno, la remada resultó más liviana hasta alcanzar una zona de confort. A 100 metros de la playa la marea que caía finalmente sobre la arena quedaba lejos y el movimiento del océano anticipaba la llegada de nuevas olas. Una onda que abrió a derechas fue cabalgada por un rider. Cerca de la cresta, avanzó unos metros. De camino hacia la base esquivó a un compañero y abrió su trazo en dirección contraria a la ola. Con suficiente velocidad, retornó a la pared de agua que apareció. Al encuentro con la espuma, juntó el abdomen con las rodillas. Aquel movimiento lo permitió descender otra vez. Oculto por la onda que había llegado hasta nuestra posición, lo oímos pasar.
Quince minutos de charla y espera sucedieron a aquel viaje. La gente hablaba sobre las maniobras. Otro par de recorridos buenos ya habían pasado antes y el ambiente empezó a animarse. Avancé unos metros, buscando una posición más a la izquierda. Atrás, recorridos más cortos eran aprovechados, entre risas y silbidos. Mirando a dentro, una línea de agua parecía tensarse con el avance. El horizonte roto alejó la monotonía. Remé con fuerza hacia aquella ola. A diez metros de distancia, giré la tabla esperando el encuentro. Lanzado sobre su techo, avancé. Erguido sobre la tabla continué durante un tiempo. EL brazo largo extendía el camino, apuntando a la roca que hay en la Curva. La altura del agua descendía con la distancia. Un instante prolongado, sin medida de tiempo, sucedió mientras continuaba sobre la cresta. La superficie limpia y pulida de la onda iba ampliando el trazado. Delante, cerca, un peine de espuma cayó sobre el recorrido. Inclinando el cuerpo suavemente, evité la ruptura, y conseguí alcanzar el otro extremo. A media altura, inicié de nuevo el viaje. El camino viró de repente a la playa, trazando el recorrido con la tabla primero y los brazos después, continué. Líneas invisibles, marcadas sobre el mar, dejaron el rastro de la felicidad que empapó en el trayecto hasta alcanzar las rocas que había entre la arena y el mar.
Curve, curved, stroke. III
In front of the shore, I unloaded the equipment. While I was stretching, I saw three persons came with boards, that got directly in the water. Pulling the zipper, the wetsuit was closed and I entered to the sea. The waves had grown half a meter and the series began to be more regular. On a backward channel, the effort turned out to be easer up to reaching a comfort zone. To 100 meters of the beach the tide that was finally falling over the sand was staying away and the movement of the ocean was anticipating the arrival of new moments. A wave that opened to the right was ridden by a rider. Near the comb, he advanced a few meters. On the way towards the base he avoided a companion and opened his outline in the opposite direction then the wave. With good speed, he come back to the water wall that appeared. To the meeting with the foam, he joined the abdomen with the knees. That movement allowed him to descend again. Concealed by the wave that had come up to our position, we heard him travelling.
Fifteen minutes of chat and wait happened to that trip. The people were speaking on the maneuvers. Another couple of good tours had already happened before and the ambient started to cheer up. I advanced a few meters, looking for a position more to the left side. Behind, shortest journeys were taken advantage, between laughs and hisses. Looking to inside, a water line seemed to be tightened by the advance. The torn horizon removed the monotony. I rowed strongly towards that wave. To ten meters of distance, I turned the board waiting for the meeting. Thrown on its ceiling, I advanced. Raised on the board, I continue during a time. The long arm was extending the way, pointing at the rock that exists in the Curve. The height of the water was descending with the distance. A long instant, without measure of time, happened while I was continuing on the comb. The clean and polished surface of the wave was extending the tracing. Ahead, nearby, a comb of foam fell down on the tour. Inclining the body ,softly, I avoided the break and managed to reach the other end. To medium height, I initiated again to the trip. The way changed direction suddenly to the beach, drawing the tour with the board first and the arms later, I continue the trip. Invisible lines marked on the sea, left the track of the happiness that steeped in the distance up to reaching the rocks that existed in the sand and the sea.