Carretera de la costa. VI
A lo largo de los años los temporales habían re-dibujado la playa de Langre. Desplazando arena a las zonas contiguas y trayendo las de nuevo en temporales posteriores. Varía su fondo, siendo así dinámico, pero conservando la esencia que une el Mar con Langre y generando nuevas olas con multitud de formas.
A las 7 de la mañana estábamos en la playa. Un viento fresco cruzaba el arenal, transmitiendo una sensación de alegría que contrastaba con el frío que se posaba sobre la cara. La pleamar estaba prevista para las 9 A.M horas y las olas, ya con buen tamaño, iban creciendo camino de los dos metros. Cada uno de nosotros se vestía el traje a su manera y calentaba los músculos como podía. Sobre la cima del acantilado sonó el ruido de una furgoneta entrando en el aparcamiento. Más gente iba llegando. A nuestra espalda, la pared del acantilado daba protección y privacidad, alejando el viento que mecía con tino los campos de maíz.
Coast Highway. VI
Throughout the years the temporary ones had re-drawn Langre’s beach. Displacing sand to the contiguous zones and bringing again with the temporaries that happened later. It changes its bottom, being like that dynamic, but preserving the essence that joins the Sea with Langre and generating new waves with multiple forms.
At 7 a.m. we were in the beach. A fresh wind was crossing the sandbank, transmitting a sensation of happiness that was contrasting with the cold that was settling on the face. The tide was foreseen for 9 A.M hours and the waves, already with good size, were growing way up to two meters. Each of us was dressing the suit on his own and was warming the muscles as we could. On the top of the cliff the noise of a van sounded when was entering in the parking. More people were coming. To our back, the wall of the cliff was giving protection and privacy, removing the wind that was rocking with tact the fileds of maize.