Buenas olas en marea baja. II
La carretera se prolongaba en una recta sobre una ligera cuesta. Al fondo se doblaba a la derecha y allí se divisaban vehículos aparcados. Las vacas pastaban en los campos cercanos a la entrada. Un camino pedregoso a modo de parking conducía a la entrada. En el agua, varios surfers cogían olas, dibujando sus maniobras sobre el agua.
La marea alta llegaría dentro de tres horas y media. La salida se iba a cerrar en menos de la mitad de ese tiempo. Todo el mundo se apeó del vehículo, nos pusimos a preparar el material y colocarnos los trajes. El descenso hasta el agua fue complicado. Rasa mareal y rocas sueltas ocupaban la cala. El suelo estaba punteado y erosionado por el mar dificultando el acceso hasta el agua. Con unas sandalias el camino se hizo practicable. Una vez cerca del agua colocamos el calzado en una roca alta, nos pusimos los escarpines y empezamos a entrar.
Avanzados apenas unos metros, la pisada se hundía en la arena. La base de firme irregular y aleatorio hacia elegir bien cada paso. La arena del fondo estaba suelta y el efecto de la corriente nos hacia tambalear. Unas olas bien definidas asomaban detrás de la rompiente. Las olas empujaban hacia las rocas y las corrientes nos mecían lateralmente como a juncos. Con el agua por encima de la cintura me subí en la tabla y empecé a remar. Las condiciones se iban mostrando cada vez más duras. Tras un tiempo largo, conseguí atravesar la entrada y llegar a una zona de relativa tranquilidad. A cien metros de la orilla, veíamos nacer las olas a media distancia. Su tamaño era de medio metro. Su ondulación definida se desplazaba de izquierda a derecha, ocupando la línea de costa que contenía a la cala. Cuando las olas alcanzaban nuestra posición, se elevaban ya sobre metro y medio.
Con el agua limpia y las olas moviendo un muro casi vertical de agua, se dibujaba sobre la superficie una trayecto alargado. Su forma de tobogán asimétrico seducía los ojos que lo contemplaban. La impaciencia me hizo elegir un par de olas no óptimas. Volver a entrar fue complicado. Las fuerzas se iban consumiendo. De nuevo en la zona del fondo, descansé para recuperar el esfuerzo. Allí había dos surfers locales hablando de la ola. Saludé y espere a que llegase otra ola. El de mayor edad de ellos me comentó que no debía coger cualquier ola, sólo las adecuadas, pues a todos nos costaba entrar, y que en la Playa de Arenillas, el surf es diferente. Agradecí el consejo y continuamos charlando un rato.
Good waves at low tide. II
The road was prolonged in a straight line through a ascent. At the end it doubled to the right and there were some parked vehicles. Cows grazing in the fields near the entrance. A stony path as an improvised parking leads to the entrance. In the water, several surfers were ridden waves, drawing their maneuvers in the sea.
The high tide would arrive within three and a half hours. The output was going to close in less than half the time. Everybody got off of the vehicle, we were ready to prepare the material and put the wetsuits. The way down to the water was complicated. Tidal platform and loose rocks occupied the cove. The floor was dotted and eroded by the sea, hindering the access to the water. With sandals, the way became practicable. Once near the water, we placed the sandals on a high rock, we put on our socks and started to enter.
When we had advanced just a few meters, the footfalls were sinking in the sand. The basis of irregular and random firm adviced us to choose the best steps. The sand on the bottom was loose and the effect of the current crippled us. Well-defined waves poked out behind the shore. The waves were pushing toward the rocks, and the lateral effect of the current bobbed us as reeds. With the water above the waist I climbed on the board and started to paddle. The conditions would be showing increasingly harsh. After a long time I passed through the entry and reached an area of relative calm. A hundred meters from the shore, we saw birth the waves in the middle distance. Its size was half a meter. Its ripple defined is traveling from left to right, occupying the coast line it contained to the cove. When the waves reached our position, them amounted on meter and a half.
There was no foam in the water and the waves were moving as a wall of water nearly vertical, a lengthened paths were designed on the surface. Its form of asymmetric waterslide seduced the eyes that looked. My impatience chose a couple of not optimal waves. It was complicated to get back other time. My forces were reduced. Again in the best area, I rested to recover the effort. There were two local surfers talking about the wave. I said hello and I waited another waves that would come. The eldest of them told me that it should not take each wave, only the appropriate one, because all of us had a hard time to enter, and that on the Beach of Arenillas, surfing is different. I thanked him the council and we continued chatting.