Ajo, agua sobre agua. I
Era un día tranquilo. La presencia de olas hábiles se reducía a unos pocos puntos, dispersos a lo largo de la costa. La hora siguiente continuó igual. Las condiciones habían mejorado levemente y en las playas de Ajo los registros de olas superaban el metro de altura. La playa de Cuberris podía suponer un buen día de surf.
El viaje desde Santander hasta Ajo transcurrió con la idea de surfear en el pensamiento. El sol había aparecido desde bien entrada la mañana y el cielo azulado con trazos de nubes estimulaba la imaginación. Al entrar en la localidad, encontré varios coches y un par de caravanas cargadas con tablas que también se dirigían hacia la playa. Las sensaciones golpeaban a los deseos, camino del mar. Atravesé Ajo, continuando el trayecto por la carretera que va hacia su arenal. Después de la última curva, divisé el aparcamiento repleto de coches; al fondo la playa. Gente preparando el equipo, surfers colocando su traje y un goteo de colegas caminando hacia el agua componían una imagen cargada de luz. Las ondas de medio recorrido que llegaban a la orilla pulsaban el ritmo cardíaco, cimentando la pasión.
Hice un breve calentamiento sobre la arena. Mientras tanto otros compañeros, ya en el agua, iban trazando pequeños recorridos sobre las olas que iban apareciendo. El primer contacto con el agua resultó frío, después de cinco minutos el cuerpo comenzó a sentir la buena temperatura que el mar aún conserva a finales del mes de septiembre. Posicionado en una zona de confort, fui contemplando todo el área de izquierda a derecha. El pico central ofrecía mayor seguridad, alejado de las rocas que acotan los laterales de la playa. A un lado, el acantilado protegía de la fuerza del mar. Al otro, las rocas se extendían más allá del Faro de Ajo. El agua clara y limpia, por efecto del oleaje, desprendía un olor dulce y largo a sal marina que ambientaba toda la zona.
Con la marea alta y 100 metros adentro, la mar mostraba la belleza natural de una zona virgen. La línea del horizonte tenía un color oscuro, sobre ella un grupo de nubes cargadas de agua caminando lentamente. Una línea azul e irregular ocultó parcialmente aquella zona. Una ola se iba acercando. Me dirigí a su encuentro antes que empezará a romper. A medida que iba avanzando las corrientes hacían el transito más pesado. después de unas decenas de metros, me coloqué para esperar su llegada. Mirando hacia atrás, vi como una pared de agua inundaba todo el campo visual. Remé con fuerza, subido en la cima realicé un recorrido en zig zag, de arriba hacia abajo. Ya con velocidad, mantube el trazado cerca de la cresta. La tabla se deslizaba con suavidad guiada por la forma del mar. Una felicidad sencilla recorrió mi cuerpo como un escalofrío. Con el cuerpo relajado, fui finalizando el trayecto hasta encontrar la rotura contraria. Debido a la suavidad del mar, decidí contactar con ella y girar hacia el frente. Armoniosa maniobra que me permitió seguir hasta que la ola se fue.
Regresé a la misma localización. El cielo se fue nublando y una leve oscuridad recorrió la distancia que había hasta la playa. La luz atenuada del Sol procesó la visibilidad, reduciendo la gama de colores a blanco, negro, y un libre gris que rellenaba todas las formas.
Ajo, water on water. I
It was a calm day. The presence of practicable waves had been concentrated to a few points, dispersed along the coast. The following hour continued equally. The conditions had improved slightly and in the beaches of Ajo the records of waves had overcome the meter of height. The beach of Cuberris could suppose a good day of surf.
The trip from Santander up to Ajo passed with the idea of surfing in the thought. The Sun had appeared well early in the morning and the bluish sky with outlines of clouds was stimulating the imagination. On having entered the locality, I found several cars and a couple of caravans loaded with boards that also were going towards the beach. The sensations stroke to the desires, way of the sea. I crossed Ajo, continuing the travel through the road that goes towards its sandbank. After the last curve, I spied the parking replete with cars; to the bottom the beach. People were preparing the equipment, surfers were wearing wetsuits and a drip of colleagues were walking towards the water, all of that composed an image loaded with light. The middle trajectory waves that were coming to the sand were guiding the cardiac pace, establishing the passion.
I did a brief warming on the sand. Meanwhile other companions, already in the water, were planning small tours on the waves that were appearing. The first contact with the water turned out cold, after five minutes the body began to feel the good temperature that the sea still preserves at the end of September. Positioned in a zone of comfort, I contemplated all the area from the left side to the right. The central wave peak was offering major safety, removed from the rocks that cover the wings of the beach. In one side, the cliff protects of the force of the sea. In the other side , the rocks were spreading beyond the Lighthouse of Ajo. The clear and clean water, due to the effect of the surge, was detaching a sweet and long smell of marine salt that was over the whole zone.
With the high tide and 100 meters inside, the sea was showing the natural beauty of a virgin zone. The line of the horizon had a dark color, over it; a group of clouds loaded with water walking slowly. A blue and irregular line concealed partially that zone. A wave was approaching. I went to his meeting before that will start breaking. As I was advancing, the currents did the movement more heavy. After a pair of dozens of meters, I placed to wait for its arrival. Looking backward, I saw as a water wall was flooding the whole field of vision. I rowed hard, I raised in the top and made a tour in zig zag, up to down. Already with speed, I tried the tracing near the crest. The table was slipping with smoothness guided by the form of the sea. One simple happiness crossed my body as a shiver. With the relaxed body, I looked for the end of the journey up to finding the opposite side. Due to the smoothness of the sea, I decided to contact it; to turn towards the front. Harmonious maneuver that allowed me to continue until the wave went away.
I returned to the same location. The sky was clouding over and a slight darkness crossed the distance that existed up to the beach. The light attenuated of the Sun had processed the visibility, stopping the range of colors to white, black, and a free grey that was refilling all the forms.